Cuando María Teresa Fernández de la Vega fue nombrada hace cuatro años vicepresidenta del Gobierno, en su familia saltaron chispas. Y es que desde su entrada en el Ejecutivo, el pequeño imperio eléctrico que habían creado en la década de los ochenta ha crecido como nunca. Sus ingresos aumentan con fuerza y sus beneficios prácticamente se han duplicado desde entonces.
Los Fernández de la Vega tienen además una confianza ciega en lo que pueda ocurrir en las próximas elecciones generales y han empezado a invertir ya en el jugoso negocio de las energías limpias. Gracias a las importantes subvenciones recibidas a través del PIER, el Plan de Impulso de las Energías Renovables, las ayudas se han multiplicado por diez en el último ejercicio, hasta 342.000 euros. De esta manera, han conseguido hacerse un hueco en este complejo mercado que lidera Iberdrola y abrir ya sus primeras centrales.
La vicepresidenta ha sido accionista e incluso secretaria del consejo de algunas de estas empresas. En teoría, tras su nombramiento ella ha tenido que romper todos sus lazos profesionales con el conglomerado, pero su familia sigue sacando partido del mismo.
¿Participación en Hidroeléctrica Vega?
Según los datos que constan en el Registro Mercantil, De la Vega sí que habría mantenido al menos una pequeña participación en Hidroeléctrica Vega hasta 2000. Unos años antes, en el Gobierno presidido por Felipe González y con Juan Alberto Belloch como biministro de Justicia e Interior, ella fue viceministra de Justicia.
Ante las llamadas de este periódico, Hidroeléctrica Vega se ha negado a confirmar o desmentir si la vicepresidenta sigue teniendo algún tipo de interés en la compañía: "No podemos dar datos ni de accionistas ni de personas relacionadas con la empresa", contestó una portavoz de la sociedad.
Un pequeño imperio eléctrico
El 'holding' empresarial, en el que también llegó a participar el padre de la vicepresidenta, Wenceslao, funcionario del Ministerio de Trabajo en el franquismo, está integrado actualmente por casi una decena de compañías. Ahora lo encabeza, entre otros, su hijo y hermano de la vicepresidenta, Jesús Fernández de la Vega, que fue director corporativo de Recursos Humanos de Repsol, compañía para la que todavía sigue trabajando.
Jesús es licenciado en Derecho e inspector técnico de Trabajo y Seguridad Social. Su trayectoria profesional pasa por la dirección general de Empleo del Ministerio de Trabajo, además de ser miembro del Consejo Económico y Social y ejercer como secretario general en el INH. Desde el pasado octubre además de sus propios negocios hidroeléctricos, fue nombrado también consejero de Petronor, filial del grupo que preside Antonio Brufau.
Pero en las empresas de la familia también hay sitio para primos, sobrinos y cuñados. Es el caso de Santiago, de Lourdes, de María Dolores o de Luciano, que comparten en todos los casos el mismo apellido: Fernández de la Vega.
Alcance económico
Las locomotoras del grupo son Hidroeléctrica Vega y Saltos del Tiétar, que están presididas respectivamente por José María Fernández de la Vega Sedano y Benito Reig, familiar en este caso por parte de su madre. Sólo entre estas dos empresas alcanzaron en 2006 un volumen de negocio de 3,3 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 27 por ciento respecto a 2004. En concreto, Hidroeléctrica Vega ha conseguido duplicar sus beneficios hasta casi 404.000 euros en sólo dos años.
Tras perder 168.291 euros en 2005, al año siguiente logró unas ganancias de casi 106.000 euros. Su facturación se multiplicó casi por cuatro y su actividad empezó a crecer. La familia de la Vega tiene explotaciones eléctricas en las provincias de Ávila, Segovia, Toledo y Lérida. Y, sobre todo: importantes planes de expansión.
La presencia en compañías energéticas no ha pasado, sin embargo, desapercibida en la labor de Gobierno de María Teresa Fernández de la Vega. De hecho, la vicepresidenta tuvo que ceder a su homólogo, Pedro Solbes, la firma de la norma que permite a la Comisión Nacional de Energía subastar el llamado déficit de tarifa -es decir, la cantidad que las empresas dejan de ingresar porque los precios de la electricidad no cubren los costes actuales-.
La vicepresidenta tuvo que aceptar ceder la firma, ya que se encontraba incursa en una "causa de abstención". Por otra parte, Moncloa declinó facilitar dato alguno sobre esas posibles incompatibilidades. La subasta finalmente fracasó porque el Gobierno no dio las suficientes garantías para que las entidades financieras acudieran a la misma, lo que ha provocado que las eléctricas tengan problemas para poder cerrar sus cuentas sin salvedades.
El motor del crecimiento
En las empresas De la Vega juega por otro lado un papel fundamental Antonio Marín Almodóvar, el marido de su sobrina María Felipa, y, según las fuentes consultadas, uno de los grandes responsables del fuerte crecimiento que están teniendo los negocios de la familia de la vicepresidenta.
Marín figura como administrador único de la sociedad Técnica y Naturaleza, que se encarga de gestionar gran parte de las solicitudes para las subvenciones y adjudicaciones para los saltos o centrales hidroeléctricas del grupo. Es lo que ocurrió con las explotaciones de Salto del Puente Negro y Salto del Vado de las Cabras, en el municipio segoviano de El Espinar, donde Marín ha logrado aquí una concesión por 25 años. O Salt del Durán, donde el Ayuntamiento de Mollerusa ha otorgado también otra explotación hidroelétrica.
Gracias a estos negocios, Marín ha acumulado un importante patrimonio inmobiliario. Curiosamente, algunas de sus propiedades, como una casa en la lujosa urbanización de Somosaguas (Madrid) no figuran a su nombre, sino al de la empresa Técnica y Naturaleza. Marín también es dueño de grandes extensiones de terreno en la localidad de Los Yébenes en Toledo. La mayor es la finca El Quinto de Don Pedro, con más de 275 hectáreas, en las cuales además de diferentes cultivos de secano -Técnica y Naturaleza recibió en su día subvenciones para el lino- también se dedica a la cría de ganado. Y es que el negocio eléctrico da para mucho.