El cable de red de aluminio recubierto de cobre es cada vez más popular por su bajo precio, pero no cumple la categoría que indica, puede ser peligroso con alimentación PoE y su uso es ilegal en algunos casos.
La característica más importante a la hora de comprar un cable de red es su categoría. Este parámetro indica básicamente el ancho de banda que soporta, o dicho de otra forma, la gama de frecuencias que pueden circular en su interior sin atenuarse en exceso. Cada velocidad Ethernet requiere un ancho de banda. Por ejemplo, 10GBASE-T utiliza un ancho de 400 MHz para transmitir velocidades de hasta 10 Gbps, de forma que tendremos que elegir como mínimo un cable de categoría 6a (que soporta hasta 500MHz), para que funcione sin problemas en tiradas largas.
Pero comprobar la categoría del cable no es suficiente. En tiendas online como Amazon encontrarás cables de categorías altas a precios muy atractivos, sin embargo, hay un riesgo muy alto de que te den gato por liebre. Muchos vendedores aprovechan el desconocimiento del público sobre los materiales de fabricación para colar cables de baja calidad hechos con materiales baratos.
El cobre es un metal caro y eso lo convierte en la materia prima que más encarece el precio de un cable. Sin embargo tiene propiedades que son difíciles de encontrar en otros materiales, por lo que sigue siendo la elección de preferencia en instalaciones profesionales donde se prima la calidad. Esto no ha evitado la aparición en el mercado de alternativas que recurren a otros materiales más baratos. Es el caso del cableado CCA, unas siglas que esconden al aluminio disfrazado de cobre.
Qué es el cable CCA
CCA son las iniciales de Copper Clad Aluminio. A diferencia de un cable tradicional donde el 100% de la sección del conductor es de cobre, los cables CCA están formados por un conductor con núcleo de aluminio recubierto por una fina capa de cobre. Su composición suele ser de un 80% de aluminio y solo un 20% de cobre. Esto hace que visualmente un conductor CCA sea prácticamente idéntico a uno de cobre, aunque solo hace falta tocarlo y flexionarlo para apreciar diferencias.
La primera desventaja es que el cable de aluminio tiene un tacto más blando, resulta mucho más fácil doblarlo pero se quiebra con facilidad, por lo que crimpar un conector en sus extremos se convierte en una tarea delicada. Tampoco se lleva bien con la tracción necesaria para pasarlo por conductos complicados, dado que el aluminio es un material blando propenso a la rotura por elongación.
Otro inconveniente es su resistividad, lo que hace que al utilizar alimentación mediante PoE se caliente, lo que acorta su vida y es peligroso, por lo que en ese caso nunca debería utilizarse CCA. Su deterioro también es más acentuado con el óxido, que aumenta su resistencia.
Aunque este tipo de cables se anuncien como de determinada categoría, siendo estrictos no cumplen ninguna, ya que la norma exige que el conductor sea de cobre. Además, su uso en la edificación es ilegal, puesto que el Reglamento ICT1 indica que "los cables de pares trenzados utilizados serán, como mínimo, de 4 pares de hilos conductores de cobre", sin dar cabida a otros materiales.
Como ventajas del aluminio podemos mencionar su bajo peso, que es menos propenso al robo y lógicamente el precio. Aún así solo en casos excepcionales deberías utilizar cableado CCA.
Cómo saber si un cable es CCA o de cobre
Como norma general, si un cable no indica el material con el que está fabricado, probablemente sea de tipo CCA. Debido a la fuerte competencia de los cables baratos, los de cobre suelen dejar clara la diferencia indicando que son 100% cobre o OFC (Oxygen-free copper).
Si tienes acceso físicamente al cable, puedes comprobar que una bobina de cable CCA pesa menos que una de cobre. Moviendo repetidamente un conductor verás que se parte con facilidad y al rascarlo con un cutter aparecerá el color del aluminio debajo de la cobertura de cobre.