La instalación por defecto (sin hackear) de Windows 11, precisa de un módulo criptográfico de plataforma segura TPM 2.0 (no vale TPM 1.1) activo en la UEFI. Este módulo puede estar dedicado en un chip que se pincha en un conector especial de la placa base, y que se adquiere aparte, o ya venir integrado dentro del procesador internamente (AMD fTPM e Intel PTT) para activarlo después en la BIOS. La placa base tiene que ser suficientemente moderna para incluir conector TPM si el procesador no lo incorporase. Mi primera con dicho conector fue una con chipset Intel 100 series de 2015.
De igual forma, Windows 11 precisa (salvo que se hackee, como he apuntado antes) de arranque seguro para lo que se necesita UEFI y que la placa almacene las claves criptográficas para descifrar el código cifrado del arranque. Hay claves de fabricante y claves de equipo, que deben estar validadas por Microsoft. Por defecto toda placa base compatible con Windows 8 ya las incorpora, no me acuerdo muy bien de la fecha, pero si el sistema salió en 2012, toda placa posterior a 2010 debería integrar arranque seguro con UEFI.
Es posible modificar varios ficheros de instalación en la ISO del Windows 11, así como invocar al registro antes de darle al botón instalar y cambiar ciertas entradas, para inhabilitar arranque seguro y la obligación del uso del TPM, con lo que se puede llegar a meter en equipos antiguos. No hay garantía de que en cualquier momento del futuro, Microsoft bloquee el sistema así modificado.
Yo he probado a instalar Windows 11 en un Intel Pentium J4205 de 2016, un procesador de poca potencia de la familia Atom Apollo Lake, soldado en placa y con disipación pasiva al consumir solo 10W. Su rendimiento es similar a procesadores de sobremesa antiguos tales como un AMD Phenom II X4 977 de 2012 a 95W, o el famoso Intel Core2 Quad Q9650 de 2008 también a 95W. Pues resulta que aún teniendo 8 GB de RAM y un SSD, Windows 11 se arrastra en esa máquina. Los menús que deberían aparecer instantáneamente al pulsar el botón derecho, tardan hasta 2 y 3 segundos. El redibujado de las ventanas se nota que puede sobrepasar el medio segundo. Y las actualizaciones que por ahora he hecho, se van fácilmente a 60 minutos.
Te he puesto estos ejemplos, porque no especificas cómo de antiguo es el equipo donde te has planteado instalar Windows 11. Con gráfica dedicada superior a una GT 730 puede que la parte de aceleración gráfica pueda compensarse, puesto que la Intel HD 505 que integra mi Atom es paupérrima. En Windows 10 aguantaba bien cualquier tema ofimático, pero en Windows 11 no.