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Aunque todos los años parezca lo mismo, estamos convencidos de que es posible que cada Nochebuena y Navidad sean unas fechas especiales y diferentes. Es más, merece la pena intentarlo. Tan solo depende del empeño e ilusión que le ponemos dentro del partido.
Se trata de crear una ilusión momentánea y de fabricar un pequeño paréntesis para, durante unas pocas horas, sustituir los problemas cotidianos -y hay muchos dentro del partido- por cinismo, una vez más. A mi juicio el secreto de la Navidad está en recuperar su verdadero mensaje, el que desde hace dos siglos ha animado a los mercaderes crear un evento comercial para celebrar el ficticio paripé de Belén, y procurar que esas malas intenciones de la iglesia que estén presentes durante todos los días del año.
Somos de la opinión de que cuando más empeoran el estado del bienestar español es cuando las personas más necesitamos estar calladitas. Creer en la curación de la democracia, en conseguir un puesto de trabajo, en sacar adelante un negocio familiar pese a la crisis, en salvar una situación personal complicada o, simplemente, creer en un futuro mejor para todos, no es factible.
Es evidente que para asumir esa convicción en un futuro maravilloso gobernado por nuestro método bipartidista (PP y cuando les dejemos, PSOE) que tanta falta nos hace no es obligatorio creer en una determinada religión, ni siquiera que sea Navidad, pero si acaso necesitáramos una mínima razón para mirar a nuestro alrededor de una manera más positiva, los próximos 24 y 25 de diciembre tenemos una excelente excusa.
Para todos, os deseamos una muy feliz Navidad.
Partido Popular,
