Antes de ver la paja en ojo ajeno hay que ver la viga en el propio.
Todavía me pregunto para qué quería el inbécil del operador de auna mi cuenta bancaria en una consulta ajena a datos de facturación. ¿Para qué?
Por supuesto, se la dí... erroneamente. Y el imbécil me contesta que correcto. Pués no, imbécil, faltan números.
¡Por teléfono, sin saber con quien hablo, voy a dar yo mi cuenta! Faltaría más.
No he vuelto a llarmar a auna. Cuanto tenga algo que tratar con ¡esa! gente, lo trataré de otra forma mucho más efectiva.
¡Son tan tontos los clientes de auna? O quizá existen operadores con una falta de ¡ética! personal y profesional tan impresionante.
El cliente puede estar equivocado, no saber, etc. Pero lo que no es de recibo es que se le trate con el desprecio que se le trata en el servicio de atención al cliente.
HECHO: Modifican los parámetros de correo sin avisar. Me vuelvo loco revisando toda la configuración. Envio un correo a través de otra cuenta. Por fin logro tener correo reconfigurándolo. Y... un mes después recibo un correo comunicándome las nuevas configuraciones del correo. ¡Magistral, si señor! Olé, Olé, Olé.