Básicamente, no se trata tanto de tener clientes, sino de maximizar los beneficios. Es mejor tener pocos clientes pagando mucho que muchos pagando poco. Esto a las grandes (especialmente a Telefónica) les ha funcionado bien durante unos años, hasta que la competencia low-cost se recrudeció. En sus momentos, esta competencia low-cost estaba exclusivamente en mano de pequeñas OMV que dado su pequeño tamaño, estructuras internas y jerarquías muy simples, relativo bajo coste de inversiones iniciales, podían actuar con márgenes mucho más pequeños. No obstante, ante el enorme crecimiento de estas OMV, los grandes, que aunque en un principio les permitieron crecer para sufragar parcialmente los costes de sus redes (esto es especialmente cierto para Orange), vieron como se les estaban comiendo parte del pastel y reaccionaron absorbiéndolas, creando sus propias OMV o submarcas y con las tarifas combinadas, segmentando cada vez más el mercado. Hoy en dia en este mercado existen distintos perfiles de consumidores: por un lado están los que quieren lo mejor de lo mejor, paquetes con TV y fútbol incluídos, móviles con chorrecientos gigas, conexiones con Xxyzwyxdadsss mbs y que pagarán lo que cueste por ello, otro segmento son la mayoría de gente mayor, mediana edad o incluso jóvenes sin ningún tipo de conocimientos que sencillamente irán a una tienda física y contrarán lo que encuentren y, por otro lado, está el segmento más joven y racional, especialmente millenials, muy afectados por las últimas crisis y con poco dinero para gastar, que rascarán hasta el último céntimo buscando las mejores tarifas que encuentren por foros, YouTube, redes sociales y mucho más valientes para probar "marcas raras".
Siendo las telecomunicaciones un producto con poco margen de diferenciación, puesto que en el fondo es prácticamente el mismo servicio, las grandes, que ocupan el segmento premium, se encargan de subir precios y quedarse con los servicios más completos, incorporar cambios antes que las segundas o terceras marcas, mantener tiendas abiertas, etc, dejando el espacio low-cost, con productos más simples y precios más reducidos, a sus segundas o terceras marcas. Si compitieran directamente en precio (aunque a veces lo hagan con promociones y ofertas de retención, que eso es otra historia para captar o mantener clientes), la percepción de calidad de su marca premium decaería. Al final, con lo que suben de un lado intentan compensar con lo que bajan del otro.
A modo de resumen. Por aquí sabemos a quien pertenecen las segundas o terceras marcas y también sabemos que el servicio es prácticamente el mismo (quitando TV y otros servicios más"premium"), pero no necesariamente todo el mundo lo sabe. Se trata de jugar con esa percepción de calidad de marca para intentar retener a los clientes que más pagan, sin por otro lado dejar que los otros se te coman el pastel.