Tiene lógica, viene de tiempos inmemoriales, cuando las tarifas eran de pago por uso y no tarifas planas o por bonos. Allá por 2008, como empresa, preferías al contrato, que podía consumir todo lo que quisiese y si se pasaba de frenada pagaría 200€ un mes, que al prepago que anda recargando y controla el consumo que hace
A día de hoy es algo diferente, pero también hay una lógica: el contrato es más fácil ligarlo a valores añadidos (MultiSIM, packs Fibra+Móvil, dto por líneas adicionales, bonos extra…) e implica una recurrencia de ingresos seguros y estable (en tal fecha empieza mi periodo de facturación e ingresaré tanto dinero de los clientes, no como las prepagos que cada uno recarga cuando le da la gana y lo que le da la gana, no hay ciclos, como mucho, renovaciones de bonos).
Y ya por último, las prepago suelen (o solían) tener más reclamaciones que los contratos. Primero, porque generan más contactación (recargué en tal sitio y no me llega, tenéis que devolverme mi saldo a mi cuenta bancaria porque me porto a otra operadora, quiero sabes cuándo caduca mi línea, quiero saber por qué tengo X saldo…), pérdidas de líneas sin querer (sobre todo gente mayor que no usa apenas el móvil y con 20€ tiran meses, no saben leer SMS, y un día… “solo llamadas de emergencia”), gente que se quejaba de no poder llamar en emergencias a amigos/familia si se quedaba sin saldo (de ahí nació el adelanto de saldo y pásame saldo) etc etc etc
Al final el prepago se vio que no era bueno para nadie, ni para los operadores ni para los clientes, y se fue desechando, excepto para lo que sí era bueno: gente (por ejemplo inmigrantes o turistas) que no quieren o pueden ligarse a un contrato, gente paranoica con “no les doy mi cuenta, no me fío” y adolescentes cuyos padres les pagan la tarifa y no se fían de que les metan facturones (aunque hoy día que se pueden desconectar los cargos extra y hay tarifas sin cobro extra de llamadas e internet (Simyo 5€, ilimitadas + 4GB con reducción en exceso sin ir más lejos, no tiene mucho sentido).