"Nuestro Estado, creado para suministrar una información veraz, objetiva e imparcial de todos los acontecimientos importantes y para cumplir al tiempo con una finalidad instructiva y divulgativa."
Ni 29 ni 30. Exactamente 31 años después de la fecha marcada en el calendario como 23 de febrero de 1981, los malnacidos, cabezas cuadradas y malas personas pertenecientes al pueblo alemán, tienen el descaro y desfachatez de sacar archivos y papelotes referentes al acto golpista que nuestra Majestad y Alteza supo refrenar.
Dicen estos alemanes, cuyo volumen de defecaciones es el doble que el de cualquiera de los otros países europeos pertenecientes a la Comunidad Económica Europea, que nuestro bien amado, querido, respetado, venerado y, ante todo, bendecido rey Don Juan Carlos I de Borbón y Borbón sentía más que comprensión, incluso simpatía, por la conjura de estos golpistas que se elevaron en armas el 23-F.
Dice este periódico así mismo, "Der Espriéguel", que el que entonces era embajador alemán en nuestra capital, en Madrid, tuvo conversaciones con nuestro monarca, y de ellas sacó que nuestro rey insigne y amado entendía que los golpistas no querían otra cosa que no fuera el respeto, el orden y la paz que TODOS los ciudadanos de bien queremos.
Dice, entre líneas, este "Der Espriéguel", que nuestro monarca estuvo más cerca de lo pensado de esos golpistas, dando a entender tácitamente que los apoyó o toleró.
¿Y qué?, me pregunto yo. ¿Es que no tienen bastante los alemanes con controlar la economía europea? ¿Es que no pueden dejarnos tranquilamente a nosotros, españoles, seguir con nuestros asuntos en este país de reyes y yernos?
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