Españoles todos:
Greetings! ¡Felicidades!: Siria, Somalia, Sudán, el Sahel, el Sáhara… ¡Cuánta felicidad en estos lugares durante estas entrañables fiestas! Los saharahuis, sin ir más lejos, a pesar de los treinta y cinco años de ninguneo y abandono internacional, seguro que ya tienen sus jaimas llenas de abetos de plástico y bolas de colores mientras miles y miles de lucecitas brillan esperanzadas en la fría noche del desierto. Y en todas partes lo mismo: en las favelas de Río, en los basureros de Bogotá, en las maquilas de Ciudad Juárez donde intentan olvidar los muchos cientos de feminicidios, en los espléndidos talleres textiles de Bangladesh donde celebrarán la Navidad recordando las 120 muertas en el último incendio por no tener extintores ni salidas de emergencia… ¡Cuánta felicidad!
¡El Niño Dios, si es que antes no le ha caído encima un misil israelí, nacerá de nuevo en un pesebre de Belén!
Y bien que lo celebraremos en España, con nuestras panderetas y zambombas, con nuestros entrañables villancicos. A pesar de que los recortes papales nos hayan dejado el pesebre sin la mula y el buey (seguramente porque se los han comido, que el hambre es muy mala y no respeta nada). Debemos congratularnos de haber sobrevivido a un año más de continuas estafas y eso hay que celebrarlo… comprando. Si no podemos ir a una tienda de lujo, siempre nos quedarán los chinos. El caso es comprar. Si a usted le han quitado la paga de Navidad, le han desahuciado, se h visto afectado por un ERE o simplemente está en el paro, al menos no se pierda la cena de Nochebuena, con sus entrañables discusiones familiares: y si no tiene con qué cenar, para eso están los bancos de alimentos. Luego, eso sí, asista con devoción a la misa del gallo para agradecer a Dios todos sus favores -piense que le está poniendo a prueba y aún podría ser peor...
Y si no, siempre nos quedarán los tópicos: Dios aprieta pero no ahoga, no hay mal que cien años dure, a mal tiempo buena cara y si no, de aquí a cien años, todos calvos. ¡Qué no decaiga!
Deben ser días para olvidar nuestras penas, días en los que todo el mundo es bueno, días de paz y felicidad perfectas en los que ningún rollo chungo puede venir a perturbar nuestra digestión satisfecha. Atrás quedaron los recortes, las privatizaciones, la corrupción generalizada, los impagos, los ERES, los desahucios… debemos dejar atrás de una vez por todas el resto de estas tonterías de una lista inacabable.
De eso se trata, de que olvidemos, de que inmersos en el empalagoso almíbar navideño, olvidemos… y en la medida de lo posible compremos.
Morri Christmas and the Heavy New Year...!!