Diario italiano IlGiornale:
¿La fábula del deporte español? Un bluff Hace años que nos están contando la bonita fábula del deporte español. Como todas las fábulas tiene un fondo de verdad, pero en conjunto es pura ficción. ¡El pequeño pueblo ibérico capaz de dominar el mundo en cualquier disciplina: fútbol, ciclismo, atletismo, baloncesto, balonmano, y a la escoba y a la brisca, si es preciso. Se dan todos los elementos para una épica nacional, muy rentable sobre todo políticamente. De hecho, el astuto fabulador Zapatero la ha usado magistralmente para cubrir lo que estaba sucediendo en el país real, un terrorífico golpe económico debido al pinchazo de la gigantesca burbuja inmobiliaria.
Según la preciosa fábula, España siempre ha pasado sobre ascuas acerca de la magia que ha transformado a muchos sapos en príncipes azules. Sin embargo, no existe fábula sin magos, lo saben hasta los más pequeños. Por casualidad, un buen día del 2006, le tocó a la policía revelar su existencia al mundo entero a través de una investigación bautizada como "Operación Puerto". El Merlín del cuento, hacía volar con sus mejunjes hemáticos hasta a los asnos, se llamaba y aún se llama Eufemiano Fuentes. Profesión ginecólogo, el astuto alquimista no habita en el mundo de las fábulas, si no en la verdadera historia como protagonista del mayor escándalo de dopaje a nivel mundial. Por sus antros misteriosos -vaya misterio: en pleno centro de Madrid- pasaban casi todos: futbolistas, tenistas, atletas, y obviamente ciclistas. Un asunto sucio y vergonzoso, suficiente al menos para preguntarse algún porqué.Nada: la fábula no pregunta jamás porqué. Debe continuar, debe ilusionar y encantar. Así mientras en el resto de Europa cada país procedía a castigar gravemente a sus propios héroes falsos, España continuaba narrando las gestas de los suyos. Ninguna investigación, ningún castigo. Eliminado sólo el mago Fuentes, los sapos transformados en príncipes, tenían vía libre para seguir.
Pasado el tiempo: por un mago en fuga, cien magos aparecen por todas partes. En estos últimos días la gran redada por una nueva partida diabólica de fórmulas químicas, con detenciones en Murcia, Valencia, Barcelona y Granada. Implicados deportistas de distinta extracción y variable cotización. Una vez más, la demostración de como la fábula ha prosperado. Y la constatación de cuantos asnos volantes han poblado el resplandeciente firmamento español.
A todo esto, la fábula triste y personal de Nadal. Seis meses después, seis kilos menos. El físico imponente, que le permitía llevar a las cuarenta y ocho horas de juego y a la extenuación al talentoso federer, reducido en dos tallas. Y sus derrotas, ya fuera del Master (batido 7-6 y 6-3 por Novak Djokovic). Un caso único, de congreso médico: la primera vez en la historia que un atleta adelgaza y empeora su rendimiento. Habitualmente sucede lo contrario: que un kilo más termina por lastrar el talento. Quien baja de peso despega en su rendimiento. Para Nadal, todo lo contrario. ¿Qué pensar? En cuanto a la bonita fábula española, valga la suprema ley de Andreotti: es pecado pensar mal, aunque casi siempre se acierta. A todos nosotros, que no llevamos anillo en la nariz y que desde un tiempo hemos dejado la edad de las fábulas, nos urge especialmente felicitar a los amigos españoles.
En primer lugar, a los magistrados españoles, que después de haber enfangado durante tres años el escándalo de la célebre "Operación Puerto", se dan cuenta ahora cómo tanta laxitud ha desencadenado una carrera de emulación, dada la impresión general de impunidad garantizada. Felicidades por el trabajo hecho.
Felicidades también a los periodistas españoles, que después de haber silenciado a la prensa de medio mundo acusándola de insana envidia por la supremacía ibérica, desde los últimos días se ven obligados a contar otros trucos, otros enredos, otras porquerías, esta vez sin la mínima posibilidad de minimizar, esconder, ironizar. Cómo olvidar: han defendido incluso al campeón de la sangre trucada que responde al nombre de Valverde, último fenómeno de ciclismo, desenmascarado y condenado por la justicia italiana. Lo único que han sabido escribir sobre el caso, indignadísimos, es que los italianos, no tenían el derecho a perseguirlo de este modo. Periodistas, a zafarrancho de combate.
Resta por último la esperanza de poder felicitar, un día, también a Zapatero, cuando a la fuerza se decida a salir de su mundo encantado y a afrontar -como otros gobiernos - el flagelo del doping. Contar con esta posibilidad no resulta necesario, puesto que es más fácil que Zapatero desaparezca antes de la escena, consumado en el empeño de narrar bellas fábulas.
Moraleja: ¡al diablo quien se obstina en vender la propaganda de los milagros deportivos. Algo se había comprendido con el milagro de la DDR. Algo se había comprendido con el milagro de China. Algo se comienza a comprender con el milagro de España. Si debo ser sincero, algo también está sucediendo en la natación. Tratemos de abrir los ojos y remover las neuronas. Los milagros los lograba un hombre sólo, y dos mil años después muchos son los que dudan. ¿Porqué deberíamos creer a ciegas precisamente los de Zapatero?