Mirilla digital con detección de movimiento

De hecho ya hay precedente de sanciones de la AEPD por poner una mirilla digital.

Las únicas que se pueden poner cumpliendo la legislación son las de pulsador, que se activan únicamente cuando alguien pulsa para llamar a la puerta, ya que actúan de facto como un videoportero y los videoporteros son legales. Una mirilla que graba de continuo no es una mirilla, es una cámara y en consecuencia, al estar colocada en una zona común, actúa la LPH y se exige que el propietario cuente con el acuerdo del 60% de los vecinos que representen al 60% de las cuotas de participación para su instalación.

Sobre la valoración de la prueba, coincido contigo: al haberse obtenido de forma ilícita, vulnerando Ley Orgánica, lo más normal es que a pesar de que la policía pueda detener al acosador el caso acabe archivado en sede judicial ya que las mismas no se pueden usar en un procedimiento penal o administrativo. Añado además que su mera aportación puede suponer el reconocimiento de la existencia de dicho dispositivo como hecho probado en las diligencias, elemento suficiente para que el denunciado pueda interponer reclamación ante la AEPD y que esta sancione al denunciante inicial

El problema es que precisamente lo que quiere/necesita es una mirilla que grabe cuando detecte movimiento con lo que cualquier vecino que pase por la puerta será objeto de grabación en zona común. A mayores, plantea utilizar dicha grabación ante un posible proceso penal con lo que estaría reconociendo de facto en la instrucción que está grabando. Es decir, se estaría autoinculpando de un ilícito administrativo para obtener una prueba que probablemente sería invalidada en sede judicial al no haber cumplido con la normativa vulnerando el derecho fundamental a la intimidad y la propia imagen…

Con sinceridad, ofrecer semejante consejo y decir "no te preocupes, lo único que nunca puedes decir que tienes grabación continua" cuando lo que se plantea es precisamente eso y en el marco de un procedimiento judicial me parece una temeridad