[b]Un perturbado desconectado de la realidad escribió:[b]
Los propios datos oficiales de EEUU indican que más de 36 millones de norteamericanos no tienen recursos para comer cuando se encuentran desempleados, lo que representa el 12% de la población de ese país, de la que uno de cada ocho ciudadanos vive por debajo del umbral de la pobreza. Otros 47 millones no tienen seguros de salud. Un reciente estudio reveló que Estados Unidos ocupa el lugar más bajo en un grupo de 19 países estudiados en cuanto a la expectativa de vida de sus habitantes. Con estos datos arranca la crisis que ni los más enérgicos defensores del sistema dudan que ha comenzado. Lo único que se discute es la intensidad de la misma.
En Estados Unidos se avecina una crisis que puede asfixiar al imperio, advirtió a mediados de agosto pasado David Walter, jefe de la Oficina de Control Administrativo del Congreso (GAO).
Cinco meses después, los acontecimientos en ese país confirman lo anunciado por el ejecutivo.
Walter disparó la alarma a mediados de agosto, cuando irrumpieron en el escenario norteamericano -y poco después en el mundial- las consecuencias de la crisis de las hipotecas de alto riego (subprime), que luego se extendería a los mercados financieros.
Esa situación provocó el prolongado hundimiento de las plazas bursátiles en Wall Street y el resto del mundo, las cuales han experimentado períodos de recuperación cortos para luego sufrir nuevos retrocesos.
En enero de este año, por ejemplo, los tres indicadores de la Bolsa de Nueva York acumularon las mayores pérdidas en al menos dos años.
Tanto la crisis inmobiliaria, que tiene antecedentes en el tiempo, como la financiera, conforman un todo.
Se trata de una combinación de crisis que ataca al sistema capitalista mundial, las cuales tienen hoy mayor dimensión pese a las frecuentes reducciones de las tasas de interés, inyecciones millonarias de capital -que equivale a decir de papeles- y otras medidas para atajarlas.
Sin embargo, las llamadas acciones 'de parche' aplicadas en esa dirección por la Reserva Federal (FED) -como las inyecciones de decenas de miles de millones de dólares en coordinación con los bancos centrales de Europa, Japón y Canadá-, han fracasado hasta el momento.
La reunión anual del Foro Económico Mundial, efectuada recientemente en Davos, Suiza, concluyó con signos pesimistas en cuanto a las perspectivas de las economías norteamericana y global para este año.
Los más de 2 mil 400 políticos, empresarios, economistas y jefes de Estado de unas 90 naciones participantes, reconocieron que ni una ni otra podrán sustraerse del impacto de las crisis, que han llevado a la economía estadounidense al borde del hundimiento en la ciénaga de la recesión.
La posibilidad de una salida a la actual crisis financiera internacional originada en Estados Unidos es imprevisible, afirmó el diario alemán Handelsblatt, según el cual ese país avanza hacia la recesión.
'Quien llegó a Davos optimista regresó pesimista', apuntó la influyente publicación.
Expertos estiman que en la primera potencia del planeta el crecimiento del Producto Interno Bruto podría reducirse a 1,9%, situación que arrastrará al resto del mundo a un índice menor al previsto inicialmente.
David Walter no se ha detenido en los problemas económicos que lo hacen ver una semejanza con el imperio romano en los momentos previos al inicio de su derrumbe, sino que mencionó otros tan importantes como la pérdida de valores, de
la civilidad política y de las prácticas públicas.Lo anterior está acompañado de una política del sistema de expansión militar fuera del territorio norteamericano y la sustancial irresponsabilidad fiscal del gobierno central, añadió el jefe de la Oficina de Control Administrativo del Congreso, para quien todo esto conlleva 'un dramático aumento de los impuestos'.
Diversos analistas coinciden en que muchos de los factores que ponen en peligro el sistema son los eternos problemas de la sociedad norteamericana, como la polarización de la pobreza, el desempleo, la discriminación, el incremento de la drogadicción y la criminalidad, buena parte de los cuales aumentaron durante la actual administración.
Es así que en Estados Unidos hoy reciben el calificativo de potenciales indigentes no menos de 9 millones de personas, mientras casi 2 millones viven permanentemente en las calles.
Según el Departamento de Agricultura y el Buró Nacional del Censo, más de 36,5 millones de norteamericanos no tienen recursos para comer cuando se encuentran desempleados, lo que representa el 12% de la población de ese país, de la que uno de cada ocho ciudadanos vive por debajo del umbral de la pobreza.
Otros 47 millones no tienen seguros de salud, mientras cientos de clínicas-asilos para pacientes desahuciados -los llamados home- atraviesan una grave situación financiera.
Aumentan de manera astronómica los despidos laborales, en particular por la actual crisis inmobiliaria, y crecen las solicitudes de seguro social.
El periódico The New York Times confirmó recientemente que están pendientes de análisis 755 mil solicitudes de 2007.
El costo de la atención médica a trabajadores escaló hasta 8.000 dólares por año para cada empleado, y la carestía del cuidado sanitario se disparó 6,1%, mientras aumenta cada vez más la preocupación por el insuficiente sistema de salud.
Un reciente estudio reveló que Estados Unidos ocupa el lugar más bajo en un grupo de 19 países estudiados en cuanto a la expectativa de vida de sus habitantes.
Estas situaciones unidas al incremento de los asesinatos entre jóvenes, la espiral de suicidios de militares y civiles, y la inseguridad ciudadana, entre otros fenómenos, hacen pensar -fuera y dentro del imperio-, que los gérmenes de su destrucción se han reavivado en forma peligrosa.
