Sí, si te tocas las partes a dos manos, o eres incapaz sí. La universidad debe ser la élite en nivel de doctores, catedráticos y alumnos. Normal que en España no haya ni una sola universidad entre las cien primeras. Con profesoruchos de medio pelo, sin doctorado, sin capacidad ilustrativa alguna y con muchas ganas de poner el cazo soñando con el próximo sabático.
Con alumnos becados hasta las cejas porque sus papis no declaran un duro. Un despropósito que se arrastra desde hace décadas, y no hay intención de cambiar, pues la educación da votos si se publican euros a virtud del rector corrupto de turno. Una reforma y exigencia en la calidad de lo que se imparte no llega. Se engrasa al borrego votante con cartelón de plan E y la inauguración de una biblioteca en barriada masificada al lado del parking local donde se hace botellón en turno nocturno, empalmando el vespertino de la "uni", o del "insti", es lo que se impone.
Pero al becado, no le faltaba, falta ni faltará cajetilla de tabaco diaria, ni cafés y donuts entre clase absurda de letras y "aula" de mus, ni desplazarse en su propio vehículo a la uni. Los que sacábamos en mi época las calificaciones más serias éramos los que nos pagábamos la universidad y en concreto los que trabajábamos para pagárnosla. Los becados celebraban un mísero "apto", y de terciarse, acompañaban en alcohol las penas de los caídos en el peregrinaje del suspenso.
Los que nos costeábamos nuestro futuro y trabajábamos duro por él no nos conformábamos con una carrera repleta de marías para obtener un título, teníamos desde muy jóvenes pasión y devoción por nuestra actual profesión.
Ellos fantaseaban con erasmus. Unos barajábamos el siguiente curso/semestre entre algunas universidades internacionales potentes, sin necesidad de recurrir al premio de consolación del vago tonto becado una vez más, pero esta vez por Europa (erasmus).
De aquellos algunos acabaron en la cola del sepe con su único título acabado de FP. Nuevamente subvencionados.
El resto, con nuestro esfuerzo en el estudio, en el trabajo y en el gasto, hemos obtenido títulos con reconocimiento internacional, con rango sobresaliente cuando no excelente, lo que nos permitió y permite haber accedido a mujeres interesantes, proyectos laborales apasionantes..., pero decidiendo si seguir pagando con nuestro esfuerzo y conocimiento a la panda de vagos y maleantes, pícaros y delincuentes de este país, u optar por algo más civilizado, con la distancia afectiva con familiares y amigos que ello supone.
Las becas concedidas con dinero público son un disparate y un lujo innecesario, como el resto de subvenciones públicas. El ejemplo más denigrante de injusticia. Pues lo paga quien no las disfruta y las disfruta quien tiene opción a desperdiciar el dinero que nunca debió corresponderle.