Claro que hay gente que no quiere que volvamos a tener una vida normal. Los primeros, los políticos. Están encantados de la vida en su faceta de caciques que gobiernan por decreto y que te dicen cada día, con total arbitrariedad y sin tener que responder ante nadie, qué puedes hacer y qué no. Controlando, o queriendo controlar, hasta los detalles más íntimos de tu vida.
Viven muy cómodos sometiendo y aplastando nuestras libertades.
Los funcionarios son otros. Es un grupo que presionaba batante en los pasados meses porque querían un confinamiento estricto en casa. Porque a ellos, que lo tienen todo asegurado, les improta poco la ruina total del país y que millones de personas han perdido o puedan perder su trabajo.
A los funcionarios les metía yo un confinamiento estrcito, pero del 20 de junio al 20 de septiembre. Que son muy listos, quieren confinamiento, pero en invierno. Yo les dejaba en casa todo el puto verano, que se cocieran a fuego lento en su propia salsa.
Otros que no quieren que esto acabe nunca son todos los que se han montado su empresa de fabricación de mascarillas, claro.
Y sí, gente que odia que los jóvenes puedan o intenen disfrutar algo, pues también. Es que en estos días incluso está mal visto mostrar un poco de alegría.
¿Os acordáis cuando éramos libres?
Buenas tardes.