Hoy quiero compartir la profunda tristeza que me invade y que dura desde ayer.
Hace once años, un día lluvioso de Noviembre, regresaba a casa después de una larga y dura jornada de trabajo. Al llegar al portal, miré hacia abajo y vi algo parecido a un pequeño perro, mojado, descuidado, hambriento, sediento y triste, que se quedó mirando fijamente a mis ojos mientras mi primer pensamiento es que hacía ese animal allí y en esas condiciones.
A los escasos dos segundos posteriores, creí, que hasta quizás sea cierto, ese animal "me dijo", "¡cójeme!", "¡adóptame!", "¡ayúdame!". No tardé ni un segundo más y lo cogí entre mis brazos, a lo que estaba seguro que había sido abandonado o perdido, pero me dirigí a las tiendas cercanas a preguntar si se conocía al perro o al dueño, por lo que obtuve siempre una respuesta negativa. Así que me lo llevé a casa, inspeccioné que no tuviera garrapatas ni otra clase de bicho. No tenía, aunque si tenía el pelo muy largo y enredado gracias a esas "bolitas con púas" típicas que hay en el campo. Parecía más un puercoespín que un perro.
Le corté el pelo enredado, las uñas, y lo metí en la bañera. No luchaba, no hacía nada, él estaba a merced de lo que había estado sufriendo fuera, solo y desamparado. Una vez seco, nos sentamos en el sofá y le día de comer y beber. Comía de mi mano con mucho cuidado y delicadeza, a pesar de que estaba muy hambriento y ya intuía que podía ser un buen compañero. A los dos minutos de comer, se quedó dormido con su cabeza entre mis piernas y su cuerpo pegado a mi muslo. Quería sentir el calor humano, estaba necesitado de ello.
A la mañana siguiente, lo llevé al veterinario a que miraran si tenía el chip y si era un perro perdido, poder devolvérselo a su dueño, pero no, no tenía identificación ninguna, ni siquiera cuando lo recogí tenía collar ni identificación alguna, y de la manera con la que me seguía, dudé de que fuera un perro perdido, sino que fue abandonado con entre año y medio y dos años, de raza Schnauzer mediano. Se le hizo análisis, etc, y el perro, aparentemente estaba bien. Solo tenía algún que otro "bichito" en el interior de las orejas, que con unas gotas se le solucionó. Ya tenía un nuevo dueño o compañero.
Viendo como en los sucesivos días el perro estaba agradecido, veía como cada vez que lo miraba, bajaba el trasero, y comentándolo con el veterinario, me dijo algo que ya pensaba, y es que ese perro había sido maltratado a golpes.
Todo ha ido bien durante años, en los que creo que ha tenido una vida, no sé si buena o mala, feliz o no, porque nunca me lo dijo, hasta hace escasos 6 Meses, en los que observaba que de una de las patas traseras, parecía como si se le fuese. La visita al veterinario confirmó que tenía una hernia discal además de cushing, asociado a a dolores, evidentemente. Difícil saber cuando le dolía algo, ya que jamás gritó de dolor, solo pequeños y silenciosos jadeos. Complicada la resolución, ya que por una parte, el perro ya tenía 13 años y era muy arriesgada la cirugía, y la resolución de una cosa, no quitaba el otro problema del cushing. Es decir, que aunque se operara, saliera bien, y además e le curara el cushing, ¿cuanto tiempo más de vida le quedaba?, ¿1 Mes, 1 año? ¿Y en qué condiciones?
Finalmente, la decisión fue darle calmantes/antiinflamatorios, hasta que ya no pudiera levantarse por si solo, en lo que habría que tomar una decisión.
Esa decisión la tomé ayer con mucho dolor después de estar cuatro días en los que ya apenas se podía levantar y habiendo elevado la dosis del antiinflamatorio, se hacía sus cosas encima y le tenía que dar de comer y beber, puesto que ya no podía ni dirigirse a 20 centímetros dónde tenía su bol con comida y agua. Su "sufrimiento" era porque no se podía levantar por mucho que intentaba luchar, y lloraba por eso. Sus patas traseras Antes de llevarlo a la eutanasia, lo llevé al campo, no a correr como hacía, evidentemente, pero para que uno de sus últimos momentos no fuera solo un viaje en coche.
En la mesa, no luchó, no se quejó, solo me miraba con cara de mucha pena, como preguntándome que hacía allí y porqué le habían pinchado en la vena de una pata una vía...
Por una parte, me siento algo culpable, ¿porque quien soy yo para determinar la muerte de un ser vivo?, que a pesa de ser un animal, un simple perro, lo quería como si fuera mi hijo adoptado, y a pesar de que por mucho que se me diga "era lo mejor para él", "no se merece sufrir", "no tenía remedio", el perro nunca dejó de luchar, nunca dejó de comer y beber y a pesar de que le costase mucho andar, y cuando el antiinflamatorio le hacía efecto, el perro me seguía, no solo andando sino corriendo como podía, con saltitos. Más bien parece una limpieza de nuestra conciencia, de mi conciencia y de los que me rodean.
No es lo mismo que encontrártelo muerto por viejo, porque salió mal una operación, o lo que sea, es la decisión de poner fin a una vida querida y con la impotencia de no poder hacer nada.
Ahora me siento verdaderamente mal, y a pesar de ser un hombre, no se me paran de caer las lágrimas desde ayer, porque creo que le traicioné, cuando él, noble, y como yo decía siempre, "tonto" de lo bueno que era, nunca me traicionó, nunca me decepcionó.
Xip, estés donde estés, perdóname, porque sé que no querías morir.