En un mundo ideal todos los alojamientos turísticos estarían adaptados para PMR (personas de movilidad reducida) o minusválidos. También en todos de ellos habría habitaciones desde lo más sencillo a lo más lujoso, para llegar a la mayor parte de bolsillos posible.
En el mundo real la mayoría de los alojamientos están dirigidos a un sector de la población: desde hoteles de cinco estrellas para ricos (o no tanto que se dan un capricho o celebran algo especial) hasta fondas o pensiones para los viajeros o turistas más humildes (o no tanto que gustan de gastar poco). Y, respecto a las barreras físicas, todavía hay muchos alojamientos que no son aptos para que personas que requieren de silla de ruedas, etc. se manejen por sí solas.
Para que un alojamiento pase de ser inaccesible para PMR a válido para ellas se suele requerir de obras que necesitan de una inversión, que muchas veces puede ser costosa económicamente (cara). Esto puede hacer inviable la conversión, especialmente en los tiempos de crisis financiera que corren. Pero, suponiendo que los responsables del alojamiento se arriesgan a rehabilitar el lugar, esto seguramente traerá consigo un aumento de los precios para los usuarios.
Es decir, un alojamiento puede pasar de no ser apto para PMR a sí serlo, pero a costa de que lo sea para personas por debajo de un nivel económico.
Esquemáticamente: a mayor accesiblidad física menor accesibilidad económica.
La vida es así ... Todo no se puede ... Bueno, subvenciones públicas podrían suavizar esto ... Pero, ¿de dónde sale ese dinero público? ...
Lo dicho ... la vida humana no es fácil ...