“No me llames iluso porque tenga una ilusión”. Este es el lema risueño que tanto ha golpeado nuestros tímpanos estas últimas semanas, y que tan oportunamente ha incorporado Lichis, líder de La Cabra Mecánica, en la canción que da pistoletazo de salida a su nuevo trabajo discográfico “Ni jaulas, ni peceras”. Mucho nos tememos que el amago de esta tonadilla se materializará en estribillo tozudo y perseguidor, mal que nos pese a los que intentamos huir del hilo musical de los centros comerciales.
La letra de la cantinela deja entrever aquello a que nos tiene acostumbrados el autor desde su anterior trabajo “Vestidos de domingo”. Nos referimos a ese bricolaje que, con más destreza que arte, resulta de combinar frases no muy consonantes. Con perfecto cuidado, el acertado Lichis construye sus canciones siguiendo un patrón muy definido: un buen reclamo al comienzo, un estribillo pegadizo y fácil (que irrumpe, como marcan los rigores de la radio fórmula, antes del minuto de iniciada la canción), y el relleno de unas frases e ideas ocurrentes, de esas que se dejan inspirar en las letrinas de ciertos garitos, donde abundan los vampiros y los don nadie.
Con unos cuantos kilos de más - no sólo orgánicos- en el iluso videoclip se nos aparece un Lichis trasnochado y torpón, cuyas espaldas han recibido 253 golpes de gala y de talonario, y cuyo atuendo, muy de patriarca gitano, quizás haya provenido de la mente de algún mal consejero.
Resulta necesario constatar que el vídeo lo ha grabado él solo, como Tiziano Ferro, aportando con ello un tramo más a la montaña rusa en que juegan (se la juegan) los músicos, los actores, los extras y los figurantes.
Como si se tratase de un desafío chulesco y personal, en el videograma, su gesto, lejos de mostrarse feliz o ensoñador, mantiene la expresividad que tienen la impudicia, el desdoro y cierto asedio interior.
Lichis, en este su cuarto compromiso se nos queda sin ideas. Y acude a expresiones utilizadas con anterioridad en sus otros trabajos: castigado sin postre, el reparto de cierto pastel, el dichoso cupón, e incluso -eso viene siendo habitual en él- utiliza otras de otros (camisa nueva, hacer camino al andar). En un intento de exprimirle el jugo a sus anteriores fracasos comerciales, también apela el autor a la inserción de canciones de sus anteriores discos (“Vengo de Lavapiés”, “El último cantautor”).
Al mismo tiempo, para suplir esta mengua creativa y de paso aparentar la esperada antología de un grupazo inmortal, Lichis y su equipo intentan rellenar los créditos del disco con firmas olimpíacas, como la de Javier Rubial.
Con esta calderilla verbal, Lichis ha grabado un disco.
Le deseamos suerte, ilusión, cupón, camión, corazón de melón.