Acaba de terminar la votación en el wiki del reciente Partido Pirata que en realidad aún no es partido pero que sí es un bonito proyecto y la semilla de lo que podría terminar siendo una candidatura seria a unas elecciones. Ha ganado la denominación que está presente en sus referentes internacionales que comenzaron por Suecia hasta llegar a nuestro país, esto es, Partido Pirata Español.
No creo que hayamos acertado porque aunque se empeñen algunos en ponernos el parche en el ojo, no lo somos sino en un sentido absolutamente romántico de la palabra. No me considero pirata, no creo que vaya asaltando las carabelas de la cultura ni me siento un Robin Hood que roba a los ricos para dárselo a los pobres. Me siento una persona que siempre miraba con desconsuelo los estantes de las librerías sumando unas pocas pesetas para darme cuenta de la triste realidad: Tenía que elegir entre un libro o un disco o a lo sumo, a uno de cada en algún cumpleaños mientras estaba en mis años mozos. El cine ya era otro cantar y hace poco no sentí que cerrará uno de las salas míticas de mi ciudad, la misma que sangró mis bolsillos hasta que llegaron las franquiciadas. Apenas conseguí mi primer trabajo, del que nunca la Seguridad Social tuvo conocimiento como tantos otros, logré aumentar mi poder adquisitivo pero acercarse a una librería o una tienda de discos seguía siendo prohibitivo. Ya por entonces cambié cassettes con amigos, grabé todos los vinilos que me interesaban y las leyes, que empezaban a llamarme la atención, me decían que lo que hacía era correcto, que la ley me amparaba para poder facilitar mi acceso a la cultura y que el autor, se veía compensando por un canon. Lo que no conseguía siempre lo buscaba en la biblioteca municipal que me dejaba quince días de lectura con cada libro que me llevaba.
Hoy, la gran biblioteca es Internet, herramienta para un cambio social profundo, de la que tomo prestado cualquier obra y que siempre dejo en mi eterna carpeta de temporales para seguir contribuyendo, subiendo y compartiendo con todos los anónimos que pueblan esta nueva aldea global. Por eso, sólo soy pirata poéticamente. Lo explicó formidablemente Hernán Casciari con su texto "Los Justos", que citaba a Borges en su parte final, "Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo". Y ninguna de ellas se siente un ladrón de nada porque hace ya mucho, desde el "poeta ciego", que se está cortando, copiando y pegando obras en el mundo. No son pocas las veces que uno se pregunta, quién es el pirata en realidad, si ellos o nosotros.
Conozco el impacto mundial con tantos partidos con el mismo nombre e incluso leí con atención los consejos de compañeros europeos. Podríamos perder un tren que interesa. Pero, ¿para qué dar argumentos al enemigo?. Estoy con David Bravo, hemos perdido la primera batalla. Y no será porque no nos advirtiera de ello, es una de las grandes mentiras, su propio nombre.
Ojalá me equivoque, será un placer reconocerlo y, en cualquier caso, les deseo toda la suerte del mundo.
Actualizado: Más opiniones, Manuel M. Almeida a favor y David Bravo en contra.