- SGAE, buenos días, le atiende Tomás Turbado Blanco, ¿en qué puedo atenderle?
- Sí, buenos días... Estooo, oiga, acabo de cobrar la nómina y con ella me he comprado la última película del nieto de Arnol Chuarchenegel, y... bueno... llamaba para preguntar qué es lo que tengo que hacer para verla y no infringir la le... perdón, su ley...
- Sí... primero de todo, tapie todas las ventanas y puertas con hormigón armado para que nadie más que usted pueda escucharla. O mejor todavía, enciérrese usted solo en un refugio nuclear con paredes de 3 metros de grosor con una tele muy pequeña y escúchela muy bajito con unos auriculares.
- Vale... Esto, ¿y si por casualidad alguien más escucha algo?
- Pues entonces le sería requisado su sueldo, su casa y todas sus pertenencias personales; sería exiliada al polo norte por haber cometido tal terrible delito.
- Bueno, pues... Muchas gracias...
- A mandar.
(Por favor, ¡tenemos que evitar que esto acabe ocurriendo! Si seguimos bien las condiciones legales que hay al principio de cada peli, ni nosotros mismos podriamos verla sin pedir autorización al gobierno)