Leyendo el siempre atractivo blog de Enrique Dans encontramos en la última entrada una mención a Push!Music. Lo instalamos en nuestro dispositivo portátil Wi-Fi favorito y en función de las características de la música que allí esté almacenada, intercambiará canciones con otros dispositivos cercanos.
La idea, que ya podemos ejecutar de manera activa usando Bluetooth, no deja de ser otra muestra más de que la tecnología no puede ser cercenada por más que algunos se empeñen. ¿Quién puede controlar, si ya no estoy conectado a ninguna red de intercambio, con el móvil o a través de este nuevo software, lo que hago con mis canciones?. Por eso, en su día querían a toda costa imponer un canon a los discos duros para cubrir todo el abanico posible pero, finalmente, la razón triunfó.
Carlosues también escribe sobre esto en su bitácora: "El sistema es capaz de supervisar el historial de reproducción de un usuario y automáticamente compartir contenidos con aquellos usuarios que tengan gustos similares a los nuestros".
Me quedo con el último párrafo de Enrique Dans: "¿Se enterarán? No hay manera humana, es com-ple-ta-men-te-im-po-si-ble evitar el intercambio de música entre particulares. Imposible. El camino debe ser necesariamente otro".