
Según difunde en una nota la Policía Nacional, han realizado un registro domiciliario en Valencia que ha terminado con la detención de un hombre que " adquiría los libros descargándoselos de otros usuarios o los compraba los ebooks en páginas oficiales dedicadas a la comercialización el mismo día de su publicación. Una vez que los tenía, utilizaba un software especial para eliminar las medidas anti-copia que llevaban y los subía bajo el pseudónimo que utilizaba, al servidor que creaba los link a diversas portales de Internet".
El arrestado recibía dinero en función del número de descargas y la Policía estima que el perjuicio económico ocasionado a escritores y editores supera los 400.000 euros. La investigación se inició a raíz de una denuncia del Centro Español de Derechos Reprográficos ( Cedro) en la que aportó el pseudónimo de la persona. " En un solo foro de Internet subió de forma ilícita más de 11.000 aportes, provocando que más de 400 páginas dedicadas a compartir ebooks gratis estuvieran ocupadas por las obras que subía", reza el comunicado de la Policía Nacional. Han sido intervenidos un disco duro, un teléfono móvil y diversa documentación bancaria.
La operación ha sido llevada a cabo por el Grupo de Antipiratería de la Brigada Central de Seguridad Informática de la Unidad de Investigación Tecnológica con la colaboración del Grupo de Propiedad Intelectual de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Valencia.
Cuando la realidad social ha permitido que todos los ciudadanos puedan copiar y compartir libremente sus bibliotecas, la norma deviene inútil. En el ámbito de la Propiedad Intelectual, una normativa basada en la persecución de la copia, o del enlace a la copia, no sirve absolutamente para nada. El objetivo de la Ley Sinde no es otro que cerrar, a cualquier precio, las llamadas "páginas de enlaces". Webs cuyo contenido fundamental son enlaces a archivos compartidos por los usuarios, que en buena parte son copias de obras protegidas por derechos de autor (...) Se parte de un presupuesto erróneo: un número finito de páginas, cuantificado en aproximadamente 200 páginas por los impulsores de la censura. Y se olvida de la médula del problema: el hecho evidente de que las copias seguirán existiendo, multiplicándose hasta el infinito, al igual que los enlaces" - Carlos Sánchez Almeida