Los asiduos a listas como Creative Commons le conocerán. O quizás hayas tenido la suerte de escuchar lo que compone. En cualquier caso, Enrique Mateu escribe con acierto en una bitácora que debería estar en tus favoritos si te gusta esto de la música. CD o no CD, esa es la cuestión. Y lo plantea con mucha ironía pero que no deja de ser una triste realidad. Resume en unas líneas el proceso mediante el cual una discográfica cierra un contrato con el creador. Un acuerdo leonino que en la mayoría de los casos es muy similar, a veces mejor y otras incluso peor, al que describe Mateu. Habla con detalle del famoso contrato editorial que permite que una multinacional se quede con el, por ejemplo, 50% de los derechos de autor.
¿Quiere decir que si firmamos contrato editorial cada vez que nosotros toquemos un tema nuestro en directo ustedes ganarán el 50% de los derechos de autor, aunque el disco esté ya descatalogado?Correcto, no se equivoca al poner esta pregunta en un presunto batería sometido a este contrato. No hemos podido evitar sonreir de forma cómplice cuando relata la tarea del productor. Por razones que no vienen al caso, hemos visto ese comportamiento de alterar completamente un producto bastantes veces.
El desencanto llega cuando no queda otra opción que firmarlo y aceptar todo... ¿o no?. Quizás es posible que exista otra forma de distribuir la música. El punto de partida para continuar escribiendo sobre si una grabación es realmente música. Y habla sobre los músicos que graban en una toma, los que ya no lo hacen y en lo que se ha convertido parte de la música actual.
¿Y por qué no en cualquier caso?. Se puede probar a ver a qué sabe. Se puede formar un grupo y tocar sin caretas. O unirte en un gran portal musical. Quizás curiosear en lo que han hecho otros. "Sólo hay dos maneras de resumir la música: o es buena o es mala. Si es buena no le das más vueltas, simplemente la disfrutas". Eso dijo Louis Armstrong.
Actualizado: David Bravo y Mangas Verdes también citan los dos artículos que enlazamos en la noticia.