Un estudio muestra cómo las temperaturas frías a las que por accidente podemos exponer el móvil al realizar actividades al aire libre, acorta drásticamente la duración y afecta permanentemente a la salud de la batería.
La mayoría de móviles están diseñados para trabajar con normalidad con temperaturas ambiente de entre 0 y 35º. El frío o calor al que se expone el terminal afecta a su rendimiento y sobre todo a su fuente de energía, la batería. Cuando la temperatura supera estos umbrales, la fiabilidad del funcionamiento del equipo y la vida de la batería queda seriamente comprometida.
La mayor parte del tiempo usamos el móvil en ambientes con una temperatura segura, pero es fácil en algunas situaciones, como al practicar actividades al aire libre, colocar el móvil en un soporte de manillar en la bici para ver el GPS o simplemente dejándolo en el coche durante una noche, éste se exponga a temperaturas muy frías.
Afortunadamente un terminal actual incorpora sensores que reportan al sistema el estado de salud de la batería y su temperatura. Tanto Android como iOS tienen un API que permite el acceso a estos datos. Los modelos actuales de iPhone advierten al usuario cuando la temperatura no es segura, pero en el caso de Android esta responsabilidad recae en el software del fabricante. El sistema operativo trae función de control de la salud de la batería que cada fabricante personaliza para su hardware, por lo que no todos los modelos se comportan igual en este aspecto.
Un estudio publicado recientemente1 analiza por primera vez qué es lo que ocurre en un móvil cuando la temperatura desciende por debajo de cero, alcanzando en algún caso extremos como los -30 ºC.
7 modelos sometidos a hasta -30º C
El experimento se realizó metiendo 7 terminales en una cámara de frío y viendo qué ocurría al funcionar en un ambiente con 0, -10 , -20 y -30º C. Se eligió un iPhone 5 y seis modelos Android de Samsung, que se sometieron a ciclos completos de descarga con diferentes niveles de uso de la CPU.
El primer aspecto analizado es cómo la temperatura ambiente afecta al nivel de descarga de la batería. La conclusión es que las bajas temperaturas hacen que se agote más rápido. A -10 ºC todos los móviles habían agotado su batería en una hora y media. Al descender a -30º C, los terminales se apagaron en menos de 15 minutos.
El segundo aspecto es cómo las bajas temperaturas generan inestabilidad y mal funcionamiento del equipo. Independientemente de que la batería se descargase mucho más rápido, la mayoría de equipos fueron capaces de aguantar hasta -20 ºC sin colgarse. Solo 2 modelos mostraron un aviso indicando que la batería tenía una temperatura peligrosa, mientras que el resto siguió indicando una salud buena cuando ya se habían alcanzado temperaturas extremas…
Al llevarlos hasta -30 ºC todos los terminales sufrieron mal funcionamiento y se colgaron, apagándose antes de agotar la batería, especialmente si el uso de la CPU era bajo. En esta prueba el iPhone fue más vulnerable que los Android, apagándose una vez la batería alcanzaba -10 ºC.
El último análisis fue para saber cómo el frío afecta de forma permanente a los componentes, especialmente a la salud de la batería. Es conocido que las baterías de ion de litio pierden capacidad de forma permanente al trabajar con temperaturas bajas. Esto ocurre incluso por debajo de su temperatura nominal de trabajo de 25 ºC.
3 de los modelos analizados cambiaron su comportamiento en subsiguientes pruebas una vez habían pasado la prueba de -30ºC, fallando y apagándose mucho antes y reduciendo la duración de la batería.
Las conclusiones del estudio son que los sistemas operativos deben mejorar la gestión de la salud de la batería con temperaturas extremas, ya que es fácil exponer un equipo a ellas de forma accidental y en algunos casos en situaciones en los que el usuario confía en el móvil como recurso en caso de emergencia. Por parte del usuario es necesario tomar conciencia de este efecto para protegerlo adecuadamente al realizar actividades en ambientes muy fríos.