WASP es el nombre que toma la avispa de dos metros de tamaño que han creado los chicos de Rabbit Hole, un verdadero espía casero de redes Wi-Fi que surca los aires.
Controlado por GPS, va tomando datos de las redes Wi-Fi
Este WiFi Aerial Surveillance Platform (WASP) está construido en la privacidad de un garaje del medio oeste de EE.UU a partir de una unidad excedente de los robots que utilizan en el ejército estadounidense para practicar, modificándolo para conseguir su objetivo.
Gracias a su chip GPS puede seguir las coordenadas que se le programan durante 45 minutos de vuelo, y en su morro incorpora una antena Wi-Fi que apunta hacia el suelo con un arco de 60 grados de cobertura. Por ejemplo, a 120 metros de altura (el máximo son 6,7 km) cubre un área de 92 metros cuadrados en superficie. No nos parece mucho, pero es lo que cita la fuente de boca de uno de sus desarrolladores.
WASP, de unos seis kilos de peso, va recopilando los datos de las redes disponibles en la zona que cubre y los analiza con una placa que incorpora un procesador VIA C7 a 500 MHz, 1 GB de RAM y la distribución Linux Backtrack 4, de sobras conocida para propósitos de auditoría Wi-Fi.
La información recogida la envía vía 3G a la estación base del sistema a través de un enlace SSH. En tierra, el hardware es más potente (1 GHz de procesador) y es capaz de aprovechar la potencia de una gráfica con tecnología CUDA para crackear mucho más rápido las contraseñas WPA.
Por último, en caso de encontrar algo interesante en pleno vuelo, la ruta se puede reprogramar remotamente, ayudándose de una cámara que lleva el avión en un lateral.
Si alguien tiene la curiosidad de fabricarse uno para su propio uso, desde Rabbit Hole se nos dan unas pautas para seguir el proceso.