Australia ha puesto en marcha el mayor diseño de infraestructura de su historia para crear una red de Internet de banda ancha que permita que el 90% de los hogares goce de acceso a Internet a través de cable de fibra óptica antes de 2017 hasta una velocidad de 100 Mb. El 10% restante, localizado en zonas remotas y a menudo en pleno desierto, se tendrá que conectar a la red con la modalidad inalámbrica. Si hace falta, se llegará acuerdos con proveedores locales para usar su tecnología satélite, y por supuesto, el erario público sufragará la diferencia de coste de los servicios entregados en las grandes ciudades y en los lugares más remotos del país.
Tasmania es el primer lugar donde donde ha comenzado el despliegue y que ya cuenta con siete kilómetros de fibra óptica de este plan denominado 'National Broadband Network' (NBN). En el país austral no las tienen todas consigo y conviven las voces que aplauden el proyecto más grande desde la implantación de la línea telegráfica terrestre con las que ven un agujero negro financiero en el mismo. Telstra, el operador de telecomunicaciones más importante de Australia, colabora en el proyecto.