Lo interesante (de la propuesta de Rajoy), sin duda, es pensar no sólo en la posible existencia de ese voto geek con el que especulábamos hace unos meses, sino en la extensión del debate sobre el canon a prácticamente toda la población: una sociedad en la que la brecha entre una serie de "artistas" paniaguados y el común de los mortales se ahonda cada día más, y en la que la sola mención de los privilegios que éstos esperan rapiñar del ministro de turno provoca irritación en gran parte de los ciudadanos, concretamente en la parte del bolsillo que porta la cartera y en donde algunos, además, guardan la papeleta en el camino hacia las urnas.
Un canon que prácticamente provoca "alarma social", y en el que, además, las posibilidades de respuesta del partido gobernante, lastrado por un ministro de Cultura que ya ha demostrado su nula voluntad de escuchar a quienes no son "artistas" como él, son prácticamente nulas. Si la credibilidad de Rajoy sufre por haber votado en su momento a favor de la reforma de la ley de propiedad intelectual, la del partido en el Gobierno debe añadir además la erosión provocada por ser el que pretende aprobar el que esos "artistas" metan sus sucias manos en nuestros bolsillos. En ese sentido, la identificación del Gobierno con esa dictadura del culturetariado que constantemente insulta y vilipendia a una parte importante de la sociedad es algo que debe ser tenido en cuenta.
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¿Pretende de verdad Mariano Rajoy hacer bandera política de la tecnología en general y del canon en particular? Remitiéndonos a un único comentario, todavía es demasiado pronto para saberlo. Pero que la tecnología y el canon se estén convirtiendo en una variable del debate político es algo que, sin duda, va a valer la pena para todos, sean geeks o no lo sean. Enrique Dans en Libertad Digital.