Pujals nació el 12 de marzo de 1947 en La Habana, en el seno de una familia de ascendentes asturianos, catalanes, andaluces y canarios, por el orden de sus apellidos. Su padre era notario y su madre, arquitecta. La familia tenía una gran finca en la isla y pertenecía a la alta sociedad habanera. Con la revolución castrista, en 1959, perdieron las propiedades. Un año después se exiliaron en Miami huyendo de los barbudos.
Ese episodio marcó a Pujals para toda su vida. Entonces tenía 13 años. Era lo suficientemente mayor para no olvidar la vida en aquella Cuba del dictador Batista y lo suficientemente joven para hacerse ciudadano estadounidense. En 1968, con 21 años, entró en los marines con el número uno de su promoción, y se fue a pelear por su patria adoptiva a Vietnam, de donde regresó como capitán y una medalla.
Luego, este oficial y caballero de origen cubano, que de pequeño quería ser ingeniero agrónomo y explotar la finca familiar en Cuba, terminó los estudios de finanzas y no tuvo problemas para incorporarse a la multinacional Procter & Gamble y, poco después, a su competidora Johnson & Johnson. Con esta firma aterrizó en España en 1981.
Seis años después, y quizá por los nuevos aires que recibió en la tierra de sus antepasados, Pujals descubrió que a los españoles también les gustaba la pizza. Vio una oportunidad y dio con el filón. Con su hermano Eduardo abrió en1988 una pizzería a la que bautizó como Pizzaphone y en la que, en periodo de pruebas, él mismo amasaba la pasta. En la masa estaba el secreto, y por eso lo llevó como lema en los anuncios de la nueva cadena, a la que cambio el nombre por el de Telepizza.
"Es reflexivo y pausado, nada estridente. No da voces, es un encantador de serpientes", dice un antiguo colaborador
Con Telepizza, que nació con un capital de 62 millones de pesetas (unos 370.000 euros), inició una carrera meteórica hasta convertirla en la principal cadena del sector de España, llegando a copar el 62% de cuota de mercado tras adquirir Pizza World, una empresa de transportes y su proveedor de quesos. En 1996, después de romper con su hermano tras una sonada bronca, las acciones de la firma de pizzas comenzaron a cotizar en la Bolsa española.
Y se hizo rico. En 1999, en plena ebullición del negocio, vendió el 30% que tenía en la empresa a los hermanos Ballvé (Pedro y Fernando, propietarios de Campofrío) y a los Olcese (Aldo y José Carlos), así como a accionistas institucionales, por casi 50.000 millones de pesetas (300 millones de euros al cambio).
Con parte del dinero de esa venta (61,8 millones de euros) Pujals saltó de la comida rápida a las telecomunicaciones sin apenas tener idea de lo que era el ADSL. Se hizo con el 24,9% de Jazztel, operadora de banda ancha creada en 1997 por el argentino Martín Varsavsky, otro visionario de los negocios. También destinó parte de las ganancias a la yeguada que había creado en 1995 con el nombre de Centurión (su tercer apellido) y para la que compró una finca de 1.000 hectáreas entre las localidades segovianas de Monterrubio y San Pedro de las Dueñas, a 100 kilómetros de Madrid, con monasterio incorporado. Allí cuenta con la mayor cuadra de caballos de pura raza española, unas 650 cabezas. Pujals controla Centurión a través de la firma Symbols, radicada en Luxemburgo, en la que aparece como administrador, según informaciones de prensa.
Los caballos son su verdadera pasión y por lo que quiere que se le recuerde. Posteriormente también montó un centro de cría de halcones, ante la demanda de estas rapaces para combatir algunas plagas de animales que son azotes medioambientales. Más recientemente, fundó una nueva cadena de pizzas llamada La Original, con dos antiguos socios de la inicial Telepizza, Pedro Español y Miguel Ángel Rodríguez, pero que no deja de ser un negocio familiar con unos pocos locales.
No se le conocen, sin embargo, amigos íntimos en España, más allá del abogado José Ortiz, que ha sido el secretario del consejo de Telepizza y de Jazztel y con quien ha diseñado sus operaciones. En Madrid nunca frecuenta actos públicos ni se le conocen relaciones con la jet set. Tampoco se ha significado políticamente en la vida española. Es, eso sí, un reconocido anticastrista y presta apoyo financiero a grupos del exilio.
Para Cuba guarda todos sus esfuerzos. El país ocupa gran parte de los pensamientos y de las obsesiones de este hombre que no ha vuelto a pisar la isla desde que salió con su familia. Para él, que todavía mantiene el acento caribeño, "Cuba es un anhelo".