La red WiFI se come de media el 30% de la velocidad de una conexión ADSL, según un estudio que compara la velocidad del cable frente a la inalámbrica en España y otros países. El problema se agrava cuando el router está en otra habitación o si lo tenemos configurado de fábrica.
Partiendo de más de un millón de tests realizados por 14.001 voluntarios de Estados Unidos, Italia y España, Epitiro ha elaborado un informe bastante claro en el que se hace notar lo que muchos ya sabíamos: es mucho mejor utilizar un cable Ethernet para conectar el ordenador al router o cablemódem.
El rendimiento de Wi-Fi depende de muchos factores
Sin embargo, la proliferación de los ordenadores portátiles, superando ventas de sobremesa ya en 2008, ha hecho que la tecnología Wi-Fi sea el principal método de conexión a la red actualmente por encima del cable físico. Y no acabará ahí. Los tablets, otro dispositivo orientado a las comunicaciones totalmente inalámbricas, vienen pisando con fuerza.
Además, desde hace unos años los mismos operadores ofrecen habitualmente con la oferta de conexión ADSL o cable un router con funciones de punto de acceso Wi-Fi, con lo que la densidad de este tipo de redes en algunas zonas urbanas puede llegar a ser tremenda.
Y este es precisamente uno de los principales problemas de Wi-Fi. Habitualmente los operadores configuran los dispositivos de la misma forma, únicamente cambiando el nombre y la contraseña de la red inalámbrica, pero manteniendo en todos el mismo canal por el que se comunica.
Se puede crear un cuello de botella en la red local
Esto provoca que parte del espectro de los 2,4 GHz utilizado para esta tecnología esté totalmente saturado, y no sea nada difícil que varias redes cercanas trabajen en el mismo canal, interfiriéndose entre ellas.
Si a eso añadimos que el propio protocolo de acceso al medio de Wi-Fi añade retardos significativos para asegurarse de que será el único que estará emitiendo en ese canal y los mensajes de control asociados, el funcionamiento de Wi-Fi no es predictivo, ya que depende de muchos factores externos. La primera consecuencia es que la velocidad teórica que indica la tecnología (54 Mbps en 802.11g y 300 Mbps en 802.11n) queda aproximadamente dividida por dos para datos puros.
Pero además tenemos que sumar que estamos hablando de condiciones de potencia de señal ideal, y que conforme va bajando (ver gráfica) por diversas absorciones, reflexiones o interferencias (paredes y puertas, hornos microondas, tubos fluorescentes, teléfonos inalámbricos, e incluso las propias personas), el rendimiento cae en picado ya que no pueden utilizarse las modulaciones que ofrecen mayor velocidad.
En definitiva, puede que tengamos en casa una línea de más de 10 Mbps, y que debido a una mala puesta a punto del router inalámbrico no podamos lograr esa tasa en Wi-Fi. Se crea, por tanto, un cuello de botella en nuestra propia red local, que empeorará a medida que las conexiones a Internet mejoren su velocidad, y el punto de acceso inalámbrico no evolucione.
El cable es casi un tercio mejor que Wi-Fi
Volviendo al estudio y debido a lo anteriormente expicado se concluye que de media, tomando los valores de los tres países, el rendimiento cae de unos 6,7 Mbps usando conexión cableada a 4,6 Mbps mediante Wi-Fi, un 31,6%.
Los datos en España son bastante similares, ya que se baja un 30,1%: desde 5,5 Mbps en cable, a 3,9 por Wi-Fi.
Además de esta pérdida de velocidad, se notó un aumento de entre un 10 y un 20% de la latencia, así como una subida del jitter (variación del retardo de llegada de los paquetes) y de la tasa de paquetes perdidos. Para navegar y enviar correo electrónico estos parámetros pueden no ser importantes, pero para aplicaciones como juegos on-line, videoconferencia o VoIP los requisitos de jitter y pérdidas toman el calificativo de críticos.
Por ello, es bastante importante optimizar en medida de lo posible el rendimiento de nuestra red inalámbrica.
Optimiza el rendimiento de tu Wi-Fi
Una de las soluciones básicas es mover de canal nuestra red a otro que no esté demasiado saturado por otras redes que interfieren en su funcionamiento. Para ello, podemos utilizar una utilidad llamada inSSIDer, de la que ya publicamos un manual hace unos meses.
Además, si nos es posible, lo ideal sería también acercar físicamente el router inalámbrico al lugar desde donde nos solemos conectar. Si normalmente estamos con el portátil en el sofá del salón, lo mejor será poner el dispositivo en la misma habitación, para evitar pérdidas de potencia por paredes. Nos llegará mayor potencia de señal, así que se podrá utilizar una modulación con mayor número de bits por símbolo y obtener un mejor rendimiento.
Desde la propia Epitiro, por último, instan a los operadores a realizar estudios de lo que ellos llaman calidad de experiencia.
Es decir, conocer qué rendimiento perciben los usuarios de sus productos y trabajar en base a eso, pues la velocidad es la principal característica en la que un cliente doméstico se fija a la hora de escoger o cambiar de operador.
Si además de los problemas en la red del operador que pueden surgir esporádicamente la instalación doméstica es defectuosa, las sensaciones son negativas.