Nunca entendí por qué pagar por un CD/DVD en la calle que podía conseguir en mi casa. Un día, Víctor Domingo, presidente de la Asociación de Internautas, me explicó en una charla informal antes de una conferencia que la penetración de la banda ancha en nuestro país era absolutamente ridícula. De hecho, España es uno de los Estados miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con menos penetración de banda ancha, según leo en TelCommunity:
Las últimas cifras oficiales del Ministerio de Industria revelan que, a 31 de enero de 2006, el número total de líneas de banda ancha instaladas en España ascendía a 5,1 millones, de los que casi tres cuartas partes de los accesos (3,56 millones) se realizaban a través del ADSL, lo que supone una media de nueve líneas por cada 100 habitantes. Quizás por eso, se seguía pagando por música o películas en la calle, cuyo fenómeno de recogida cuando aparecen agentes de la ley, es digno de ver. Hoy (vía carlosues), cuentan en El Periódico de Extremadura que el top-manta desaparece a golpes de ratón. Eso sí, se emplean términos que no son correctos: "La piratería se ha desplazado de las calles a los ordenadores de casa, las ventas de discos se han reducido un 5,7% en un año y la industria discográfica asegura que el futuro no es optimista (...) En el 2005 más de 350 millones de canciones se descargaron ilegalmente de la red en España, frente a tres millones que se realizaron pagando y con servidores legales".
¿Ilegal?. Lo que no se puede vivir es de la sopa boba.