La idea original es de Viviane Reding, comisaria europea para la sociedad de la información. Inspirada por el éxito que ha supuesto la separación de BT en Reino Unido, recomendó separar el negocio de distribución y comercialización de los grandes operadores telefónicos europeos.
Aplicar la separación funcional en España consistiría en dividir a Telefónica en dos empresas. Una gestionaría de forma neutral la red y la otra sería un operador 'alternativo' más, revendiendo los servicios de la otra parte en igualdad de condiciones.
En España la idea no gusta a la propia empresa, ni al gobierno, ni a la CMT, quien cree que la separación funcional solo debe ser el último recurso. La SETSI, cree que "podría producir un efecto contrario al deseado" ya que "el operador dominante podría afianzar su dominio al no tener sus competidores incentivos para desarrollar redes y plataformas propias".
Sin embargo, el presidente de la Comisión Nacional de la Competencia (CNC), Luis Berenguer, se mostró a favor de la segregación "no sólo contable sino también física" del negocio de la distribución de Telefónica. Cita como ejemplo la mejora del mercado energético, gracias a que Red Eléctrica Española se encarga de la red de transporte, separando así la generación de la distribución.