A pesar de la alegría que pueda suponer que el DRM esté siendo abandonado por las cuatro grandes discográficas, los consumidores no deben perder de vista que la industria musical está experimentando con las marcas de agua digitales como sustitutas. Ofrecen protección de copyright mediante un "número de serie" del archivo que viene embebido en el mismo. De esa forma, pueden rastrearlo si luego circula a través del P2P. Warner y EMI no las usan aún y Sony y Universal, están probando algunas anónimas.
En el fondo vuelve el debate sobre la privacidad, el control de contenidos y un obsoleto modelo de negocio aunque está vez no se centra sobre un soporte caduco como pueda ser un CD o DVD sino sobre algo más peligroso como es la propia información, los bits. Una marca de agua puede ser el inicio de una petición a los ISP de que vigilen de manera fácil quién incumple las normas que los de siempre quieren sostener.
Las marcas de agua te permiten hacer una copia, como el DRM ya permitía y como obliga la reformada Ley de Propiedad Intelectual española que sigue la directiva europea en este sentido, pero nos marca como ganado. Microsoft también se une a este circo con una patente que están estudiando y que "está diseñada para evitar sobrevivir a ataques maliciosos que intenten borrar o modificar la marca de agua de la señal, incluyendo cambios en los tiempos y escalas de frecuencia (…)"
